A las 23:40 del domingo 14 de abril de 1912, cuatro días después de haber zarpado de Southampton, en Gran Bretaña, el gigantesco paquebote “Titanic”, tras chocar con un iceberg frente a Terranova, se hundía y arrastraba consigo a 1.513 personas, de un total de 2.208 que componían el pasaje.
Las negras y frías aguas del Atlántico englutieron no sólo al lujoso navío, a su pasaje y a sus tripulantes, sino que sepultaron también una leyenda que apenas nacía, según la cual el Titanic, por las características con que había sido diseñado y construido, era insumergible.
El gigantesco transatlántico medía 271,60 metros de largo por 28,50 metros de ancho, tenía una capacidad de carga de 46.328 toneladas y podía desplazar 60 mil.
Sus cuatro hornos y 29 calderas podían dotarlo de una potencia de 50.000 caballos, con los que podía desplazarse a más de 22 nudos de velocidad (más de 40 kilómetros/hora).
Con sus cuatro chimeneas alcanzaba una altura de 32 metros. Sus Instalaciones eran de un lujo inaudito.
Los pasajeros de primera clase ocupaban el centro de la nave, en cinco puentes superpuestos unidos por ascensores, disponían de un comedor de 35 metros y del ancho del barco, así como de una sala de recepción, una sala de lectura, un fumador y un sala de gimnasia.
La decoración de todos estos “lujos” del Titanic se Inspiraba en todos los estilos: del Luis XIV al Imperio, pasando por el contemporaneo estilo alemán y por el Renacimiento italiano.
En la noche del 14 al 15 de abril de 1912, la imponente nave avanzaba serenamente en las frías aguas del Atlántico del norte. Pese a que habían recibido mensajes señalando la presencia de icebergs en la zona, los oficiales no temían ningún contratiempo, confiados en los 16 compartimientos estancos y en el doble fondo del Titanic, que lo hacían un portento de ingeniería naval supuestamente incapaz de hundirse.
La tragedia, sin embargo, se produjo. Poco después de haber chocado con un enorme iceberg, con el flanco abierto, el Titanic se hundió en cuestión de minutos, con todas sus luces encendidas.
Mientras la nave era engullida por el mar, la orquesta de a bordo tocaba el cántico religioso “Más cerca de ti, mi Dios”, relatarían después algunos de los 700 pasajeros sobrevlvlentes.
Ninguna tragedia marítima ha alimentado tanto la imaginación colectiva como el hundimiento del Titanic”, que ha Inspirado docenas de libros y cuatro filmes. Y no es para menos: a bordo iban al menos diez millonarios norteamericanos, entre ellos John Jacob Astor, Bernard Guggenheim e Isidor Straus.
Según los rumores de entonces, la caja fuerte del Titanic guardaba al menos 300 millones de dólares en joyas. La compañía holandesa De Beers ha desmentido una y otra vez, en vano, que un saco de su propiedad, con diamantes brutos por 5 millones de dólares de entonces (US$150 millones actuales) iba a bordo.
Ello no impidió que los cazadores de restos de naufragios hayan soñado con el Titanic a lo largo de casi un siglo. Hasta que en septiembre de 1985, después de reposar en paz por 73 años, los restos del por entonces más grande y suntuoso navío del mundo fueron localizados y explorados por una expedición científica franco-estadounidense.
Fuente: Primera Edición