Hasta marzo pasado había un precio de la hoja fijado por el gobierno. Desde abril, la administración de Milei dejó de meterse en el asunto y salieron beneficiadas las grandes industrias que les compran a los yerbateros, que este viernes protestaron en Plaza de Mayo. El precio final no aumentó tanto como la inflación, pero igual subió pese a la caída del consumo.
El presidente Javier Milei comenzó su gobierno con un mega DNU, que fue vetado por el Senado pero sigue vigente porque la Cámara de Diputados nunca lo trató. Ese decreto de necesidad y urgencia liberalizó diversos sectores de la economía, como la yerba mate. Aunque la Justicia frenó desde la flexibilización laboral hasta la desregulación de la bebida más popular de la Argentina, el Gobierno desistió desde abril en seguir fijando el precio de la hoja de yerba que aseguraba a los productores, centrados en Misiones y Corrientes, un valor mínimo que debían pagarles las industrias.
Se supone que la liberalización abarata y así fue: desde entonces el yerbatero cobra 43% menos. El problema es que el consumidor ni se percató: pese a la caída del consumo por el encarecimiento del producto, el paquete siguió subiendo desde abril un 14% más. Son datos relevados por un estudio del Centro de Economía Política Argentina (CEPA). Al menos, los industriales podrán aducir que remarcaron menos que el 23% de inflación acumulada desde abril hasta julio.
No por nada el viernes llegaron a la Plaza de Mayo un grupo de yerbateros de Misiones con un tractor y unas hojas. Quisieron subir a la plaza, pero la Policía de la Ciudad, a cargo de Jorge Macri y sus funcionarios Waldo Wolff y Diego Kravetz, amenazó con detenerlos. Querían visibilizar el hecho de que cobran casi la mitad que a fin de año, cuando el líder libertario firmó el mega DNU, pese a que, como todos los consumidores saben, necesitan cada vez más pesos para tomar un mate.
El anterior gobierno había dispuesto los valores de la hoja desde octubre pasado hasta marzo próximo, cuando llegó a $370 por kilo. A partir de entonces bajó a $210, según el relevamiento del CEPA entre los yerbateros. En cambio, el paquete de un kilo listo para tomar subió de $3.960 a $4.512, un 14%, según otro sondeo del CEPA en los comercios. O sean, pierden muchos productores y muchos más los consumidores, mientras gana una industria concentrada.
“Los datos recientes del sector (2022) resultan ilustrativos para analizar la morfología del mercado yerbatero, a saber: 1. la producción primaria se encuentra atomizada, con 12.000 pequeños productores. 2. La cuenca de producción cuenta con 228 establecimientos que operan como secaderos registrados a nivel nacional y 105 industrias molineras y fraccionadoras. 3. Los diez primeros del ranking de producción industrial acumulan 72,7% del mercado. Y los tres primeros (Las Marías, Liebig, Santa Ana) explican el 41%, a través de media docena de marcas y presentaciones de las más diversas”, resume el CEPA.
Entre las marcas de Las Marías figuran Taragüí, Unión, La Merced y Mañanita. Su dueña es la familia correntina Navajas. La Cooperativa Colonia Liebig produce Playadito. Santa Ana tiene la marca CBSé y pertenece a la familia cordobesa Orquera. Molinos, de los Perez Companc, cuenta con Cruz Malta y Nobleza Gaucha; La Cachuera, de la familia misionera Szychowski, elabora Amanda; y Hreñuk, de los propietarios homónimos de Misiones, posee Rosamonte.
Así como en marzo, el productor percibía el 9,3% del precio del producto final, en julio pasó a recibir el 4,6%. El Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), al que el mega DNU quita peso “no sólo permitía a los productores ser parte de la discusión del precio, para no salir perjudicados, sino que establecía cantidades de hectáreas para poder plantar permitiendo a los pequeños su participación”, cuenta el CEPA, que integran Hernán Letcher, la diputada Julia Strada, Alejandro Fernández Scarano, Juan Cruz Lucero, Francisco Nercesián y Germán Muiño. “La desregulación del precio planteada en el DNU 70 implica que las industrias procesadoras de yerba mate puedan decidir arbitrariamente el precio de pago al productor sin ninguna referencia de precios que garantice la cobertura de costos para afrontar una nueva cosecha.”
“Esta cuestión se agrava por la decisión del gobierno de reducir impuestos por 120 días a las importaciones de productos de primera necesidad incluidas las materias primas y la primera elaboración de yerba mate”, añade el CEPA.
“De acuerdo a los datos publicados por el Indec, las importaciones de yerba mate canchada (sometida a una primera molienda gruesa) y yerba mate excluida simplemente canchada (molida, lista para empaquetar) proveniente de Paraguay y Brasil en los primeros seis meses de año alcanzaron 7,18 millones de kilos, 394% más que el mismo periodo de 2023. ¿Quiénes importaron? El aumento de las importaciones corresponde a las grandes industrias yerbateras de Corrientes y Misiones. Las Marías y La Cachuera explicaron el 70% de lo que ingresó desde Paraguay y Brasil, seguido por la Importadora Sudamericana SRL, una firma radicada en zona norte del Gran Buenos Aires que se dedica a importar marcas de consumo masivo y trae a la Argentina la yerba mate (uruguaya) Canarias, según lo consignado por el medio Plan B de Misiones”, cita el CEPA al portal dirigido por el periodista Martín Boerr.
“El perjuicio a los productores es muy claro: Ingresan la materia prima a un costo promedio de US$1,20 el kilo que, al valor oficial más el impuesto País da unos $1.333; en cambio, la yerba canchada que se compra en secaderos se paga a $1.800, por lo tanto, en este momento los industriales reponen stock a precios bajos y le pagan menos al productor local por la canchada o la hoja verde, además de estirar los plazos de pago, generándoles un fuerte perjuicio”, continúa el informe. “El 65% de las importaciones de yerba canchada y molida proviene de Brasil, que suele tener menos estacionamiento y, por ende, menor calidad. Hay una causa judicial al respecto.
Además de que se cobra menos por la hoja, se vende en cantidades inferiores por la recesión. “Tal como se observa en otros mercados, el consumo interno, producto de la sensible caída del poder adquisitivo, cayó 15 puntos interanual en el primer semestre del año. Los datos estadísticos registrados por el INYM revelan que durante junio de 2024 el volumen de yerba mate elaborada a salida de molino alcanzó 19,9 toneladas, 15% menos que en junio de 2023, el valor más bajo de los últimos seis años”, alertó el CEPA. Pese al menor consumo, los industriales siguen remarcando: sólo rebajaron 0,9% en junio, pero en julio volvieron a aumentar, el 1,1%.
No es la primera vez que se desregula el precio de la hoja. Ya ocurrió en el gobierno de Carlos Menem en los años 90. ¿El resultado de aquella experiencia, revertida en 2001? “En el caso de la yerba canchada, el valor se ubicaba en $930 pesos/dólares en 1990, lo que equivalía a 1 dólar el kilo y se desploma a $349 pesos/dólares en 2001, equivaliendo a sólo US$0,35 el kilo de yerba. La hoja verde también sufrió una caída en su valor por tonelada, desde $202 pesos/dólares en 1990, a $42 pesos/dólares en 2001. En paralelo, el precio en góndola de la yerba se mantuvo estable en toda la década. La desregulación sectorial en la década de los 90 significó un claro perjuicio a los productores yerbateros”, concluye el CEPA. ¿Y ahora?
AR/DTC
Por: Alejandro Rebossio
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