Carne, leche y granos: batería de medidas para primarizar más la economía

El Gobierno anunció el fin de semana un paquete de políticas que incentiva la exportación sin valor agregado y que atenta contra el ya deprimido consumo interno.

En el marco de la Exposición Rural, el presidente Javier Milei anunció un conjunto de medidas que fueron recibidas con extrema cautela por los representantes de los nucleamientos agropecuarios que asistieron al evento que se realizó en el Predio de Palermo. Por un lado, anticipó medidas tendientes a la eliminación de retenciones para cinco categorías de vacas y proteínas animales (carne vacuna, cerdo, pollo y aves, entre otras y para la leche, lo que no representaba un problema para el sector. En estos casos, por el contrario, lo que se exhibe es una tendencia hacia una mayor exportación en desmedro del consumo interno, que alcanza ya sus mínimos en décadas.

Por su parte, para el sector cerealero y oleaginoso, que no compite con el mercado doméstico y es el principal generador de divisas, las medidas fueron más que tímidas (baja de aranceles a equipos de riesgo, amortización acelerada y contabilidad de rodeo de animales). “Si no devalúa o mejora el tipo de cambio de alguna manera, se termina la paciencia”, señaló a El Destape el ex director de la Federación Agraria Argentina (FAA) Pedro Peretti. Las declaraciones de Peretti se contraponen con las expresadas en público por Nicolás Pino, el titular de la Sociedad Rural Argentina (SRA), quien pidió “paciencia al campo” e hizo un esfuerzo durante su alocución en la Expo Rural por destacar alguna medida que le sirva al sector.

El sector exportador recibe señales «mixtas» al momento de liquidar su coche. «El tipo de cambio oficial se aprecia, no es novedad. Y el percibido por los productores del complejo sojero (el ‘blend’ compuesto por 80 por ciento de cambio oficial y 20 por cinto de CCL, neto de retenciones) es aún más bajo. Eso tampoco es nuevo. Ambas señales atentan contra la sostenibilidad del régimen, máxime si se considera el nivel del dólar CCL», señala el informe de la consultora Analytica.

La brecha entre el CCL y el dólar sojero está en niveles del período 2012-2015, muy por debajo de la observado durante el gobierno de Alberto Fernández. Una situación que podría considerarse positiva y que mejoraría con la mayor intervención del Banco Central en la variante financiera. Una brecha cambiaria más baja puede impulsar la liquidación, el dólar oficial sigue siendo el más decisivo en el precio de las exportaciones del agro y una menor diferencia respecto al financiero lo vuelve más atractivo. Pero eso depende también de que el mercado crea que esa reducción en la diferencia de las cotizaciones del dólar es sostenible.
Sin devaluación no hay paraíso

El presidente de la SRA no evitó hacer referencia nuevamente sobre la salida del cepo y la necesidad de eliminar las retenciones. El ingreso de divisas arriba a cuentagotas en las desérticas arenas del Banco Central y la decisión de mantener el tipo de cambio como ancla cambiaria generó en los últimos meses un atraso en la competitividad de la moneda que estimula el acopio de granos sin liquidar.

Al término de la fase de liquidación de la cosecha gruesa, el campo todavía retiene más de 16.000 millones de dólares en granos, fundamentalmente soja, en lo que representa el mayor volumen sin vender de los últimos años. Así, en el marco del atraso cambiario, el agro complica el objetivo de Javier Milei y Luis Caputo de evitar un salto devaluatorio hasta fin de año y levantar el cepo lo antes posible, algo que los productores agropecuarios descuentan y esperan antes de fin de año. En el sector hablan de un dólar de entre 1200 y 1300 pesos, dado que el blend –con la baja del contado con liquidación que fuerzan las ventas del BCRA—se ubica hoy en 1006,35 pesos, según la Bolsa de Cereales rosarina.

El Monitor Agroindustrial detalla que, a fin de junio todavía, resta unas 34,9 millones de toneladas de granos de soja sin liquidar, es decir, el 73 por ciento del volumen total disponible. Se trata, con diferencia, del mayor porcentaje de los últimos tiempos, ya que, a esta misma altura del año, en 2023 solo estaba retenido el 57 por ciento de la producción total, en 2022 el 56 por ciento, en 2021 el 51 por ciento y en 2020 el 48 por ciento. Para estimular la venta de granos todavía no hay medidas y Caputo solo solicito “paciencia”.

Mientras tanto, los precios internacionales de los granos caen y el sector sigue perdiendo costos de oportunidad. En junio el índice de precios de los alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) permaneció sin cambios respecto a mayo; incluso fue 2,1 por ciento menos que hace un año. La baja se explicó por los precios de los cereales y el aumento en productos lácteos.

Desde la Fundación Mediterránea estiman que la producción de los principales cultivos de verano se contraerá al menos entre 35 y 45 por ciento y que el valor total de los siete cultivos principales del país (incluyendo tanto cultivos de verano como de invierno), a precios de mercado actuales y proyectados para los próximos meses se estará reduciendo en una cifra cercana a los 20.900 millones de dólares (38 por ciento menos en la comparación interanual), un retroceso equivalente a 3,3 puntos del Producto Interno Bruto.

El sector agropecuario y agroindustrial argentino continúa recuperándose tras la sequía de la campaña 2023/24. Sin embargo, la situación sigue siendo crítica para los agentes que integran las cadenas de valor de las mismas, principalmente pequeñas y medianas unidades productivas, las cuales padecen un panorama macroeconómico inestable e incierto. “En este sentido, pueden observarse impactos negativos en algunos sectores estratégicos, como por ejemplo el sector ganadero y cárnico; el sector lácteo; de insumos agropecuarios, entre otros”, señala un informe de Ocipex.
Menos consumo para más exportaciones

La crisis también es recibida de manera directa por la población, dada la disminución de la oferta agroalimentaria y el aumento de los precios de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), evidenciando un deterioro significativo en la calidad de vida de los trabajadores. Las medidas anunciadas por Milei desde el atril de La Rural profundizan ese problema, como mayores medidas para los exportadores en desmedro del cuidado del consumo interno.

«Solicitar ‘paciencia», tal y como fue expresado por el presidente de la Sociedad Rural implica prestar atención sólo a quienes tienen la capacidad de ser pacientes, es decir, a los dueños de la tierra (25 por ciento), mientras que para el resto de los agentes de las cadenas agropecuarias (75 por ciento) la situación es cada vez más grave, ya que todas las actividades (principalmente las que se encuentren por fuera de la Zona Núcleo) están sufriendo rendimientos decrecientes producto de las condiciones climáticas (falta de lluvias); enfermedades cada vez más frecuentes (chicharrita); costos operativos cada vez más altos (insumos, flete), la caída de los ingresos de quienes demandan alimentos, entre otras. En este sentido, los tambos de la cuenca lechera; los productores, las pymes y las cooperativas que se dedican a la producción de carne vacuna, porcina, entre otras actividades, atraviesan una crisis que se está volviendo terminal para muchos», explicó a El Destape el economista Manuel Valenti, de Ocipex.

Entre las medidas que se destacan por estimular la demanda externa por sobre la interna se encuentran: la eliminación de los derechos de exportación (retenciones) a las vacas correspondientes a las categorías A, B, C, D y E; la eliminación del 25 por ciento de los derechos de exportación (retenciones) a las proteínas animales (carne vacuna, cerdo, pollo, aves, entre otras); la desburocratización del comercio de granos y la eliminación total y permanente de los derechos de exportación (DEX) para el sector lácteo.

“No son medidas que favorezcan al sector cuando el consumo de leche cae 20 por ciento”, le dijo a este medio Peretti. El congelamiento del consumo como política oficial para bajar la inflación por la vía recesiva, ya alcanza alimentos clave de la mesa de los argentinos: la carne -con su menor nivel de consumo en cien años-, el pan y la leche. Este último sector opera en su nivel más bajo en los últimos 40 años. La venta interna de productos lácteos arrojó una caída medida en volumen del 16 por ciento, lo que equivale a un promedio diario 13,7 por ciento menor en litros respecto de un año atrás. Como resultado de la crisis en el sector, se registra un importante cierre de tambos, a menos de 10 mil unidades, el nivel más bajo en 40 años, el que afecta a 80 mil puestos de trabajo aproximadamente, según cifras actualizadas a mayo del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA).

Por su parte, la venta carne por habitante –mientras aumentan los saldos exportables—se desplomó en junio a un piso que no tiene precedentes históricos, de acuerdo a un informe de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados (Ciccra). El consumo aparente de carne vacuna habría sido equivalente a 1,05 millones de toneladas, ubicándose 15,7 por ciento por debajo del nivel registrado en el primer semestre de 2023 (-195,7 mil toneladas). Al considerar el promedio móvil de los últimos doce meses, el consumo aparente de carne vacuna por habitante quedó en 48 kg/año en junio de 2024. En relación a un año atrás, la caída fue de 10,4 por ciento. En tanto, el promedio de los primeros seis meses del año se ubicó en 44,7 kilos y resultó 16,7 por ciento menor al registrado en igual período de 2023.

Por
Cristian Carrillo

eldestapeweb.com