
La primera semana de receso legislativo con convocatoria a sesiones extraordinarias, período de gracia para que solo se discuta lo que quieren los gobiernos, arranca con una agenda incómoda para el oficialismo, el pedido de expulsión del senador Edgardo Kueider tras su detención en Paraguay.
Lo más importante.
Kueider, senador por Entre Ríos, fue detenido el miércoles por autoridades paraguayas en la triple frontera por intentar atravesarla con 211 mil dólares y más de 600 mil pesos sin declarar en una mochila. El legislador pidió licencia pero Unión por la Patria pidió una sesión especial para el jueves para tratar su expulsión del Senado.
Quién es.
Kueider ingresó al Senado encabezando la boleta del Frente de Todos que acompañó a la de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner en Entre Ríos, y formó parte de ese bloque hasta 2022, que se fue a conformar otro llamado «Unidad Justicialista» junto con el correntino Carlos Mauricio Espínola, la cordobesa Alejandra Vigo, la puntana Eugenia Catalfamo y el jujeño Guillermo Snopek. Hoy Kueider es un aliado de Javier Milei y un voto seguro con el que La Libertad Avanza cuenta cada vez que se discute algo en la Cámara Alta.
El primer golpe.
En las horas posteriores a la detención, el silencio cauteloso de los distintos espacios políticos fue sacudido por la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, primera dirigente de peso en referirse al tema y de manera lapidaria sobre el senador. Lo acusó directamente de coimero y sugirió que el dinero incautado era el pago por haber votado la Ley Bases. Esto habilitó la avanzada de Unión por la Patria por removerlo de su banca.
El despegue.
La respuesta política del oficialismo, que comunicó un tibio deseo de «que la Justicia investigue», fue enrostrarle a Cristina Kirchner la pertenencia de Kueider a su partido, el que ella pasará a presidir desde el miércoles. «Es un problema de los kirchneristas», dijo Milei a la pasada mientras se dirigía a dar su discurso en la CPAC. Milei lo invitó a la Casa Rosada hace semanas y se tomó una fotografía con él en la mesa.
Kueider y Cristina.
Kueider es, desde hace 5 años, un problema para Cristina Kirchnner.
En la elección de 2019 tensionó la cuerda para forzar el primer lugar de la lista entrerriana y dejó afuera a la elegida por Cristina, la camporista Stefanía Cora.
En los años de bonanza albertista, fue el senador que más cuestionó la conducción de la entonces vicepresidenta dentro del bloque y jugó de manera permanente la carta de la posible salida de la bancada.
Concretó esa amenaza en 2022, cuando en las legislativas el Frente de Todos perdió la amplia mayoría que tenía en el Senado, Kueider abandonó el bloque junto con otros tres senadores y dejó al entonces oficialismo sin poder de fuego.
Con el nuevo gobierno de Javier Milei, su voto fue clave para la aprobación de la Ley Bases, que se logró con un desempate vicepresidencial de Victoria Villarruel.
Por toda esta historia fue que, cuando se concretó la sanción de la Ley Bases, Cristina recordó que le impidieron imponer a Stefanía Cora como primera de la lista en 2019 y sostuvo que eso podría haber evitado la aprobación de la Ley y podría haber significado el triunfo del peronismo en otras agendas.
Una discusión extraordinaria.
El pedido de expulsión cae en tiempo de sesiones extraordinarias, en el que el temario está definido por el Poder Ejecutivo. El Gobierno anticipaba esta época como virtuosa de cara a su relación con el Congreso, ya que solo se discutirían los temas impulsados por el presidente Milei. Sin embargo, los temas disciplinarios son la excepción y la Cámara puede reunirse a tratarlos independientemente de la convocatoria oficial.
El efecto inmediato.
Una eventual expulsión de Kueider es un problema para el Gobierno, que tiene números muy ajustados en el Senado. Si es echado, sería reemplazado por la camporista Stefanía Cora y Unión por la Patria ganaría una banca más: pasaría de 33 a 34 y quedaría a solo dos ausencias de bloquear cualquier quórum. Bastaría con un desacuerdo que el oficialismo tenga con el Gobierno de Santa Cruz o con Martín Lousteau para poner en peligro cualquier iniciativa. Por otra parte, la opción de proteger a Kueider deja al espacio político de Milei en una posición contradictoria respecto de su discurso y su identidad.
El plan del Gobierno.
Por esto es que La Libertad Avanza especula con su posible accionar el jueves. El Gobierno analiza que una posible salida es la de proponer una modificación en el reglamento para que no pueda acceder al Senado nadie con causas judiciales abiertas y usar el caso Kueider para disparar sobre otros espacios. Como medida es difícil de aplicar y abriría la puerta a una arbitrariedad incontrolable. Para la apertura de una causa judicial basta con una denuncia penal y un aval de un fiscal que abra una imputación, condiciones sencillas de lograr para sacar jugadores de la cancha.
Flagrancia.
La diferencia esencial entre el caso Kueider y cualquier otro que pese sobre dirigentes políticos es la flagrancia, que es el hecho de haber sido captado in-fraganti en la comisión de un delito y que compromete el principio de inocencia. El hecho no es equiparable al de la condena de Cristina Kirchner sino al de la escena del exsecretario de Obras Públicas José López bajando bolsos de dinero en un convento en 2016. La sola acción constituye un delito y, en todo caso, la investigación posterior buscará delitos más graves que estén relacionados al de la flagrancia. En ambos casos, podría ser el cómo consiguió el dinero.
Lo que viene.
Para concretar la expulsión, se necesitan los votos de dos tercios del recinto y Unión por la Patria necesitará mucho acompañamiento: el de 15 senadores más, por lo menos. Sin embargo, el eventual beneficio que la remoción provocaría para el bloque peronista retrae y pone en duda a los demás espacios, que evalúan la conveniencia o no de someterse a ser vistos por la opinión pública en la defensa de Kueider y si vale la pena esa incomodidad para negarle al kirchnerismo un lugar más en el Congreso.
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